Startseite | Carlos Geschichten | News | Ferienhäuser | Newsarchiv | Kontakt

Diario de la erupción del San Juan, narrado por Carlo


              


Hoy es el 18 de julio de 1949

La carta cayó de golpe y porrazo en nuestra familia. Madres estaba sentada en la esquina nórdica y leía. Elaboraba el contenido para sí. Contemplaba cada palabra como a un cuadro, se detenía y miraba, y luego pasaba a la siguiente. En el jardín todo estaba muy tranquilo.

Ayer mismo navegamos otra vez con tío Gregorio hasta Bombilla. Había muchas barcas delante de la costa y miraban la historia de la creación que parecía que no quería terminar. El espectáculo había cambiado. Delante de la costa se construía el mundo negro prehistórico de abismos y cimas. Donde la última vez todavía se encontraba el tranquilo bramar de la unión de los elementos que apresaba los sentidos, ahora rompía con vehemencia la nueva vida. Encerradas bajo solidificadas masas de lava fluían las corrientes en las cuevas de agua de las cuales se liberaba explotando como vapor. Fontanas refunfuñantes disparaban en lo alto y algunas dejaban percibir un tono que se escapaba de un quejumbroso espíritu vivo, siendo entregado al dolor del devenir. La isla había crecido unos 1000 metros mar adentro y aún seguía creciendo. También delante de la nueva costa repentinamente se acumuló el agua hacia arriba y estalló una nube de vapor y gas. Las grandes cantidades de lava que corrían por debajo, a través de los ahora, profundamente acostados túneles, a una velocidad extraordinaria, construyeron el zócalo bajo el agua hasta que se pudieron encerrar a sí mismas; para luego entrar en erupción, lanzándose hacia arriba cima sobre cima y nuevamente desaparecer en la profundidad para irrumpir hacia afuera en otro lugar. Por un rato corrió esa voluminosa abundancia por la costa recién creada, luego una explosión interrumpió el espectáculo, y poco tiempo después un acontecimiento distinto fascinaba la mirada.

La montaña allí arriba yacía oscura bajo la gris amarronada nube que se desplazó hacia el sur, hasta donde alcanzaba la vista y sobre El Hierro, probablemente, le robó la luz al sol. Allí, el mar se había juntado con los vapores del cielo.

"Carlo" sentí a madre llamar desde su esquina nórdica, "tenemos que irnos a Tenerife a ver a un abogado, y rápido por cierto. Aquí en este sobre está escrito su nombre, y él nos dará unos papeles." Apenas podía acordarme de mi padre. De la descolorida foto sobre la cama de mi madre reía un muchachito con barba. "Sabes," solía decir, "él es maravilloso, ¡y tú te le pareces mucho! Nosotros dos somos su familia."

siguente día | volver

La Lava y el mar

Mientras Carlo nos cuenta sus aventuras del San Juan, por las tardes giro la "Webcam" en dirección Cumbre Vieja, donde todo esto succedio.

Traducido del Alemán al Español por Silvina Masa


Familie Ellen & Simon Märkle

Kontaktinformationen